Gracias a los empresarios

La reforma laboral, los altos costes de suministros, la inflación subyacente disparada, la falta de profesionales para cubrir vacantes, los fondos Next Generation que no acaban de llegar…. Son las noticias económicas que cada día nos bombardean al despertarnos. Si, además, añadimos la reducción de márgenes y sumamos las tensiones de las materias primas y las indecisiones por parte de nuestros gobernantes, se le quitan a uno las ganas de emprender -y de levantarse-.

Pero el empresario siempre ve la luz al final del túnel. Es capaz de seguir contra corriente, solo, sin apoyos -su compromiso le basta-. Sabe, por experiencia, que los problemas son una bendición y que la vida hay que vivirla “a tope”, con sus días de gloria y de soledad, porque, al final, habrá valido la pena.