El feudo del director financiero

Las empresas están dirigidas por estructuras piramidales, con los mínimos niveles posibles, intentando fomentar al máximo el flujo de información y la cooperación interdepartamental —transversalidad—, pues, para alinear a todos los recursos de cada uno de los departamentos, es necesaria una distribución de tareas y responsabilidades. A la cabeza de dichos departamentos está el director, responsable o gerente.

¿Qué pasa cuando el director considera su departamento como su “coto privado”? ¿Cómo identificarlo?

Aunque dichos comportamientos están en extinción, en el departamento financiero de las empresas familiares, donde el CEO tiene un perfil más comercial, técnico u operacional y con conocimientos financieros básicos, es habitual encontrarse con este perfil: directores financieros que consideran que no tienen que dar explicaciones a nadie y que no permiten intromisiones en su departamento. Todo debe pasar por ellos, y nadie debería dirigirse ni consultar a “su” equipo sin su autorización.

Su identificación es fácil: se rodean de personas con las que mantienen un vínculo personal —familiar, la mayoría de las veces— o profesional —compañero de anteriores trabajos— y siempre escogidas o contratadas con su beneplácito. Y quien, a pesar de las vacaciones, bajas u otros problemas, continúa trabajando para “salvaguardar” los intereses de la compañía, aun a riesgo de su propia salud.

¿Resultado? CEO dependiente de la información, interpretación y consejo de dicho perfil, que se ha convertido en indispensable, donde fluyen las actuaciones, pero no los diagnósticos, y donde cualquier interno o externo que pudiese aportar nuevas soluciones financieras está vetado por considerarlo una amenaza, una intransigencia, un ataque personal a su valía como profesional y como persona. Una auténtica injusticia: tanto tiempo y esfuerzo dedicado a una empresa que ya no confía en él, no le consulta ni le pide permiso para que, además, venga un extraño que no conoce, ni de lejos, la organización, los costes, los márgenes… de una empresa única en el mundo mundial.

Pues sí, nos ha pasado recientemente.